MSc. Carmen López
En los recientes cursos que hemos dictado en Tecnología GEDECOM, surge constantemente la misma inquietud: ¿Cuál es la duración de los programas para los programas de materias, cursos, talleres etc? ¿Existe una fórmula que permita llevar a cabo una equivalencia precisa entre lo presencial y lo virtual?
Luego de bastantes reflexiones, se hace conveniente examinar algunas premisas, que han sido determinantes a lo largo del tiempo y que a veces en los ambientes tradicionales, especialmente los académicos, parecieran estar escritas en piedra, aunque reflexiones, como las que nos motivan a escribir este artículo, ponen en evidencia que hay que dar respuesta a nuevas necesidades y esto implica cambios.
Si retrocedemos en el tiempo, hasta nuestros recuerdos como estudiantes, sin mayores distingos, encontramos, que teníamos un cierto número de horas para cada materia, y que éstas tenían implicaciones para el binomio profesor – estudiante, el primero debía cumplir ese cantidad de tiempo dictando sus cátedras y los alumnos firmar una asistencia que demostraba que habían estado presentes físicamente en el aula. Luego tanto estudiantes como profesores tenían una serie de actividades fuera del aula, que no eran fáciles de ponderar en cuanto al tiempo empleado, el docente, planificaba, preparaba materiales, evaluaciones, corregía tareas, y pasaba notas, mientras el alumno estudiaba los apuntes, preparaba tareas y trabajos, y se preparaba para presentar exámenes.
Aprobar la materia implicaba obtener una cierta nota, y en gran medida lo que en realidad se evaluaba, en primer lugar era lo que se lograba memorizar, y en segundo, la comprensión de lo aprendido. Lo anterior, describe con bastante ligereza el modelo conductista que ha prevalecido a lo largo de los años en la gran mayoría de los sistemas educativos.
En la actualidad, hay una demanda importante de cambio del modelo, no siendo suficiente adoptar un modelo conductista, constructivista, o conectivista, de forma rígida, porque de manera adicional el ámbito laboral demanda profesionales formados por competencias, configurando entonces modelos eclécticos en los que se combinen de manera armónica y coherente todos los modelos conocidos hasta los momentos.
Sin embargo las consideraciones no culminan en lo anteriormente escrito, cuando se habla de aprendizaje, el protagonista principal no es otro que el aprendiz, y esto nos lleva a aceptar que todos los individuos no aprenden por igual, e inevitablemente esto incide en el tiempo que requiere cada persona para aprender algo. A ninguno de nosotros se nos olvida el tiempo que nos tomó entender la materia que más resistencia nos ofrecía, y al final buscábamos aprobar para terminar con el sufrimiento, aunque esto no garantiza en modo alguno el aprendizaje.
Otro factor que no queremos dejar fuera de estas modestas reflexiones, corresponde al fácil acceso a la inmensidad de la información que se encuentra en la WEB, lo que nos lleva a audiencias bien preparadas, con conocimientos, comprensión y experiencia sobre todo, los más jóvenes en cuanto al manejo de la tecnología.
Siendo aún más específicos en cuanto a las audiencias, no podemos olvidar que aunque el objetivo último del proceso de enseñanza sea el aprendizaje del estudiante, no es lo mismo el ámbito académico, que el ámbito de la actualización profesional o la capacitación empresarial. Los primeros, quieren culminar sus estudios, para la obtención de sus títulos, los segundos tienen que mantenerse actualizados, ante el dinamismo de los cambios del mundo moderno y al ser adultos necesitan aprender lo que van a utilizar. Por último hay que destacar que también se encuentran los empleados de las organizaciones que requieren ser capacitados para que desempeñen sus funciones de manera eficaz y eficiente para ser efectivos y por consiguiente productivos.
Una vez revisadas las consideraciones antes expuestas, pensamos que se evidencia lo complicado de establecer una fórmula simple que permita la conversión de las horas presenciales en el tiempo requerido para desarrollar, gestionar y ejecutar programas en ambientes virtuales. Por lo que nos atrevemos simplemente a enumerar lo que tímidamente llamaremos factores a considerar para otorgar el tiempo suficiente a los programas educativos.
- Considere el dominio de la tecnología de los participantes, a algunas personas la tecnología le ofrece resistencia, porque la desconocen o les genera desconfianza. Si los participantes no dominan todos los aspectos tecnológicos involucrados requerirán de mayor tiempo para dominar lo necesario antes de poder avanzar en el curso.
- No dé nada por descontado, el índice de deserción en los estudios a distancia es muy alto, las personas requieren de instrucciones muy detalladas, cuando surgen dudas, requieren de respuestas rápidas lo que implica que el facilitador siempre tiene que estar constantemente disponible. Esto puede ser en algunas oportunidades complicado si ha elegido pagar por hora a su tutor.
- Invierta tiempo suficiente en la realización del diseño instruccional y el material educativo, no olvide que las personas percibimos el mundo a través de los sentidos, pero no de la misma forma. Hay personas visuales, otras auditivas y finalmente kinestésicas, por esta razón sus materiales y actividades, deben ser balanceadas, una guía puede ser muy interesante, pero si no tiene imágenes puede resultar aburrida para algunos. Hay personas encuentran agradable mirar vídeos, otros prefieren que sean cortos. Recuerde que las personas van a invertir tiempo en revisar los materiales, y luego en realizar las tareas solicitadas.
- Aunque la interactividad es uno de los principios de la educación a distancia, no exagere con actividades que impliquen trabajos en equipo, sino ha explicado los principios del trabajo colaborativo. Un factor común en la rutina moderna es la falta de tiempo de las personas.
- Examine la audiencia, realice evaluaciones diagnósticas, de manera que pueda realizar algunos ajustes de refuerzo que permitan que el participante se sienta motivado a continuar y lo más importante a finalizar.
- Para los principiantes en la modalidad a distancia, es común que piensen, “en un momentico” atiendo las asignaciones, pocos son los que en realidad son capaces de cuantificar la duración de ese “momentico”. La tendencia por regla general es dejar para el último día la entrega de asignaciones, es común ver que cerca de la hora de cierre de entrega de actividades, hay mayor tráfico en las aulas virtuales. Cuestión que a veces puede convertirse en un problema por congestión, lo que nuevamente implica tiempo extra consumido.
- Existen factores externos no controlables, falta de energía eléctrica, interrupción del servicio de internet, o fallas para descargar o subir archivos, que implican igualmente consumo extra de tiempo
- El tiempo invertido por el estudiante no es el mismo que invierte el profesor, tal como referimos al comienzo de este artículo, ambos tienen actividades dentro y fuera del aula. En la educación presencial tradicional no se computan las horas que el profesor dedica fuera del aula, para sus pagos, tampoco las del estudiante, que posiblemente obtenga mejores calificaciones cuando ha invertido mayor tiempo de estudio.
- Es conveniente no perder de vista el contexto del programa, si es una materia del pensum de una carrera universitaria, hay estrictas reglas que seguir en cuanto al número de horas de duración, si es un curso para obtener una certificación, posiblemente deba hacerse más énfasis en las competencias adquiridas que en la cantidad de horas invertidas para su obtención. Si es una capacitación empresarial, sabemos que el fin último es que el trabajador desempeñe correctamente sus tareas, así que si requiere releer un material o volver a mirar un vídeo para comprender a cabalidad un punto en especial o perfeccionar una competencia, esta acción será bienvenida.
Visto lo anterior, ¿cuál es la conclusión?, ¿es posible hacer la equivalencia que nos planteamos en el título de este ensayo? La respuesta definitiva creemos no está totalmente definida, pero sí podemos esbozar algunas posibles ideas.
- En cuanto al tiempo invertido por los profesores ilustraremos con un ejemplo: Suele darse el caso que al comienzo de los programas, los profesores dictan cursos a gran cantidad de estudiantes en un aula, luego, comienza a disminuir la cantidad a medida que avanza la carrera. Evidentemente el profesor de esos primeros cursos tiene mucho más trabajo fuera del aula, ya que será mayor la cantidad de evaluaciones a ser corregidas. Aunque tanto el profesor de materias más adelantadas como el de los primeros cursos, permanezca la misma cantidad de tiempo en el aula. Ambos ganarán lo mismo por hora, aunque el primero invierta más tiempo que el segundo. Sucede lo mismo en los ambientes virtuales, ya que no todas las actividades se realizan dentro de las plataformas LMS, surgiendo la propuesta de pagar por cantidad de participantes en el curso. Si esta opción luce viable, no hay que olvidar establecer el mínimo de inscritos por curso para que sea rentable.
- En cuanto al tiempo invertido por los estudiantes, queda claro que el aprendizaje es un proceso individual, ya que cada persona tiene su propio ritmo, entonces lo verdaderamente relevante es que la persona se mantenga interesada en continuar con el curso hasta culminar. Nuevamente el contexto juega un papel muy importante, por ejemplo: si hablamos de un ambiente académico, seguramente existen reglas de juego muy precisas en cuanto a los temas que deben ser dictados en cada período de tiempo, teniendo el alumno que cumplir con las asignaciones dentro de los lapsos establecidos. Por regla general el lapso de la materia se divide en semanas y en cada semana se distribuyen los temas que deban ser cubiertos para cumplir con el programa.El tiempo que utilizará cada alumno dependerá de los factores que revisamos con detalle anteriormente, habrá algunos que a mediados de la semana habrán cubierto las asignaciones invirtiendo pocas horas y otros que estarán pidiendo prórroga porque no pudieron culminar en el tiempo establecido. Lo importante, es que de alguna manera el estudiante es libre de organizar su propio horario según su disponibilidad, permitiendo diseñar su plan de estudios y generar sus propias mejores condiciones de aprendizaje.
Ahora bien, en cursos, talleres y otro tipo de programas, podría permitirse, que el estudiante avance a su propio ritmo, es decir que cada vez que cubra un objetivo, se le permita acceder al siguiente. Al igual que en el caso anterior el estudiante diseña su plan de estudio y las condiciones en las que lo llevará a cabo. Lo fundamental es que existan fechas de inicio y final perfectamente delimitadas. Luego para hacer el cálculo en ambientes no académicos, pareciera que tendríamos que revisar con cuidado todos los elementos del programa: objetivos, competencias, contenidos, tareas y evaluaciones, de manera de establecer lapsos máximos para su ejecución y que proporcionen un tiempo aproximado suficiente para que el estudiante culmine sus asignaciones.
La educación a distancia en cualquiera de sus modalidades: e-learnign, b-learning etc, cobra cada día más fuerza, no debemos perder de vista que es un proceso que se encuentra en pleno desarrollo y dado que la tecnología mejora día a día, con toda certeza estaremos ajustando más pronto que tarde los factores planteados en este artículo.